a vueltas con el punto G y los fluidos

Acaba de aparecer el nuevo artículo de la sexóloga Silvia C. Carpallo “Qué es el punto A y por qué debes buscarlo antes que el punto G”. Y es que… ¿Cómo se define anatómicamente el punto G? ¿Hay alguna base científica al respecto? Te dejo lo que le contesté a Silvia…

El punto G en verdad no es ningún punto anatómico somático concreto con unas coordenadas exactas, no es un órgano, es un área de tejidos de la vagina y fascias (una zona de músculo) cercanas a la uretra. Corresponde a un punto percibido por la persona poseedora de vagina (la mayoría mujeres) normalmente solo en condiciones de excitación fisiológica.

Si aceptamos como hipótesis que el terreno en el que se asienta el punto G es esa zona en la “cara anterior” (la que está bajo el vello púbico, para entendernos) de la vagina que hemos dado en llamar zona G, el punto G sería la zona de acción, la zona a estimular porque las sensaciones placenteras son máximas ahí. Si se busca con los dedos estaría debajo del hueso púbico, a 2 cm de la entrada de la vagina.el punto G y la zona G son dos áreas nerviosas placenteras pero que no pueden ser mapeadas exactamente, es como si fueran móviles.

Ahora vamos a la parte sexológica: lo que ocurre es que el placer es subjetivo, dependiente de cada encuentro sexual, y la zona, pliegue o anillo vaginal que activa ese híperplacer es “móvil”. Lo que sí existe científicamente es la próstata femenina, las glándulas de Skene o parauretrales: se trata de toda una estructura glandular fascinante cuya función es desconocida. Se cree que la zona anatómica prostática a la que se superpone la zona “mental-placentera” G es un vestigio de épocas pasadas. ¡Bendito vestigio que permite orgasmos más dinámicos a través de su estimulación y de la expulsión (no siempre placentera para la emisora) del eyaculado femenino y el squirt!

¿Realmente hay ciertos “puntos” más sensibles en la vagina… o depende de cada mujer?

Por razones culturales se ha privilegiado el canal vaginal como receptor de estimulación sexual pero, sin embargo, no se ha fomentado públicamente el hablar de si hay vaginas más dormidas o vaginas más sensibles o receptivas al placer (el 80% de los orgasmos no son ocurren estimulando la vagina sino el glande del clítoris). Está documentada la mayor sensibilidad vaginal con la edad, especialmente desde los 35 años, pero yo diría que tiene que ver más con causas sociales y de género que anatómicas:

  • Por un lado, la mayor asertividad sexual de las mujeres frente a las jóvenes;
  • por otro es indudable que, el conocerse y estimularse preferentemente ciertas áreas de la vagina porque en ocasiones anteriores han terminado en orgasmo o proporcionado mucho placer, lleva a un círculo virtuoso en el que la zona queda abierta al placer, sensibilizada en el mejor de los sentidos. Se construyen nuevas conexiones neuronales y asociaciones psicológicas placenteras con la estimulación de ciertos puntos.

En palabras llanas: si un día tuviste un orgasmo justo al tocar ahí, es más probable que persigas la estimulación de ese punto en los encuentros eróticos siguientes, reforzando la respuesta somática y psicológica ante ese toque en ese punto. Amplías la capacidad de placer del punto. Está por verificar aún si hay más receptores nerviosos u otra explicación fisiológica en determinados puntos que percibimos subjetivamente como especialmente sensibles.

La realidad que vemos en sexología es que esos puntos son cambiantes y se mueven de individua a individua y en la propia biografía sexual de la mujer o persona con vagina. lo importante es que sepamos que el placer depende también del operador (dedos, pene, juguete…) y el contexto emocional, así que ante el mismo estímulo a veces tendremos un orgasmo y, otras veces, no. Las zonas y puntos erógenos no son botones que hacen click y nos llevan al clímax automáticamente. Si un día desencadenan un orgasmo, otro día puede que no, pero siempre nos harán disfrutar. Y recuerda:

El 80% de los orgasmos no ocurren estimulando la vagina sino el glande del clítoris.